
Quiero ser notario: ¿por dónde empiezo?
Esta misma pregunta me la hice cuando tenía unos 8 o 9 años, justo después de acompañar a mis padres a una notaría. Era tal la seguridad que ofrecía la figura del notario que quedé totalmente enamorada de esta función pública. Lo único que entonces sabía era que tendría que estudiar Derecho y luego una oposición para la que la gente allegada no paraba de decirme que debería estudiar mucho. No les faltaba razón.
Es por ello que me hace especial ilusión redactar este post, pues lo escribo con el objetivo de poder contestar a todos aquellos jóvenes que puedan preguntarse «cómo puedo ser notario», igual que lo hice yo. Así pues, empecemos por el principio.
El primer requisito para poder presentarse a la oposición de notarías es haber superado el grado de Derecho. A partir de aquí, cualquier jurista, mayor de edad, puede estudiar desde el lugar de su residencia la oposición, pues casi todas las comunidades autónomas cuentan con una academia de preparación; y, si no es así, seguro que cerca existen notarios dispuestos a preparar a quien lo desee, ya sea presencialmente o a través de las nuevas tecnologías, siguiendo los “cantes” por videoconferencia.
Profundizando en las academias notariales, debemos señalar que éstas se organizan por medio de los notarios que decidimos embarcarnos en la aventura de preparar a los opositores, como una vez nos prepararon a nosotros, siendo este el modo de devolver lo que un día recibimos de nuestros preparadores, agradeciendo que hoy podamos desarrollar nuestra profesión y cumplir nuestro sueño.
Así, dichas academias proporcionan los temas que deben prepararse para cada ejercicio, pudiendo los opositores adaptarlos según sus estudios y sus preferencias. Asimismo, también se ofrecen, en la mayoría de ellas, clases prácticas para poder superar el tercer examen, que consiste en la resolución de un supuesto de hecho.
En este punto, haremos un pequeño paréntesis para explicar en qué consiste la oposición a notarías, la cual está estructurada en cuatro ejercicios. En el primero de ellos el opositor deberá superar un examen oral compuesto por cuatro temas, tres de derecho civil de entre 125 y uno de derecho fiscal de entre 35. Dichos temas deberán desarrollarse en un tiempo máximo de una hora. El segundo ejercicio consiste en exponer oralmente otros seis temas, también en el plazo de una hora: dos de derecho mercantil entre 51, dos de derecho hipotecario entre 65, uno de derecho notarial entre 34 y otro de derecho administrativo o procesal entre 38.
Una vez superados los ejercicios orales, el opositor se enfrenta a un ejercicio escrito en el que dispone de seis horas para tratar de resolver un supuesto práctico. Y para finalizar, un cuarto ejercicio donde se redacta una escritura o documento notarial y se resuelve un problema de contabilidad o matemáticas financieras.
Para preparar todos ellos, cada opositor contará con su preparador de ejercicios orales que le irá guiando durante el estudio, escuchando los temas y corrigiendo aquello que crea oportuno; y posteriormente con un grupo de dictámenes donde los preparadores intentamos que los alumnos ahonden en la visión práctica de la oposición.
Además de todo ello, no debemos olvidar que el opositor siempre contará con el apoyo de las academias, que al estar organizadas por los propios notarios conocen bien el proceso de la oposición y todas las implicaciones que el mismo conlleva.
En cuanto al coste de dicha preparación, los preparadores se dedican a ello de forma altruista por lo que no reciben una remuneración a cambio. Esto explica que el coste de las academias sea simbólico, a los efectos de mantener la estructura de la misma. De hecho, muchas de ellas cuentan con sistemas de becas en las que se estudia tanto la situación económica del posible opositor como su trayectoria académica. Becas que no solo abarcan la gratuidad del estudio, sino que en ocasiones ayudan al opositor en su ámbito personal, ofreciendo todo tipo de facilidades para que quien quiera ser notario pueda lograrlo.
Por lo último, para concluir, y ya hablando desde un plano personal, solo me queda animar a todos aquellos jóvenes que, como yo hice, estén planteándose ser notario, pues aunque no es un camino fácil, hay toda una estructura detrás de apoyo académico que te permite avanzar sin sentirte solo, siendo así la meta más visible, pues sólo se necesitan ganas, esfuerzo y motivación ya que el método y las herramientas siempre podrás encontrarlo en la Academia más cercana a tu residencia.
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