Funciones de un notario: Mucho más que firmar

Itziar Ramos Medina 25/09/2014

firmar_f_improf_319x211Los tópicos nos persiguen. No hay persona que, bien por su profesión, lugar de procedencia, color de pelo… no haya tenido que hacer frente a alguno.

En lo que se refiere a mi profesión, la mayoría se centran en el coste de nuestros servicios y en lo liviano de nuestro trabajo. No creo que haya alguien entre mis compañeros que al decir a que se dedica no haya oído frases como «los notarios no dais fe, la cobráis» o «qué bien vives, una firmita y listo».

Suelo tomar con sentido del humor este tipo de expresiones acerca de las funciones de un notario, considerando que tienen su base en la exageración, pero el otro día me dí cuenta de que realmente existe un importante desconocimiento de en qué consiste mi profesión, cuando, en una cena con amigos, entre bromas y risas, alguien me preguntó «si yo puedo hacer un documento, “¿para qué necesito la firma de un notario?” y “¿los notarios, realmente servís para algo?».

Ver que hay personas que consideran que acudir al notario es un mero trámite, me llenó de inquietud. Como era sábado y estábamos de fiesta, en vez de hacer un ardoroso discurso en defensa de mi trabajo, preferí acudir al refranero popular y a aquello de que una imagen vale más que mil palabras, y contesté a su pregunta con el siguiente ejemplo: «Un notario es alguien que hace que personas que entran en su despacho, compran una casa y pagan una cantidad nada despreciable de dinero por ella al vendedor, salgan de la notaría sin ningún documento de compra, pero totalmente seguros de que son dueños de la vivienda«.

La siguiente pregunta sería: “¿Por qué esa seguridad?” Y la respuesta no es otra que: “porque el notario interviene en el proceso de creación del documento de principio a fin y esa intervención es la esencia de la función notarial.”

De manera resumida, voy a señalar los que, a mi juicio, son los tres momentos claves de dicho procedimiento:

Antes del otorgamiento de la escritura: En esta fase nuestra labor es asesorar de forma gratuita e imparcial. Los notarios, como funcionarios públicos, ponemos los conocimientos adquiridos en los duros años de oposición e incrementados con el ejercicio de nuestra profesión al servicio de los ciudadanos, sin cobrar por ello. Durante este período, conocemos la voluntad de las partes, la interpretamos y buscamos el negocio jurídico que mejor se adapte a sus necesidades, teniendo en cuenta siempre el interés de ambas, y con especial atención a aquella que tiene la posición más débil.

En el momento de otorgamiento de la escritura: en el que tras leer y explicar su contenido y los derechos y obligaciones que se derivan del mismo, los particulares prestan su consentimiento, quedando todo autorizado por el notario con su firma. Este acto supone el nacimiento del documento público, al que podríamos llamar “nuestro tesooooro”.

Efectivamente, esa firma supone que el acto o negocio jurídico se ajusta a la ley, que ha sido confirmada la identidad de la persona o personas que lo otorgan, así como que éstas son plenamente capaces y han sido debidamente informadas, lo que le confiere un carácter auténtico, especial fuerza probatoria y efectos ejecutivos. Es decir, el documento notarial es legal, hace prueba plena de su contenido, puesto que es veraz y el cumplimiento de las obligaciones que surgen del mismo es exigible desde el momento mismo de su nacimiento.

Después del otorgamiento de la escritura: el notario tiene una obligación de custodia del documento público. El original con las firmas de los otorgantes queda archivado en el protocolo notarial que es secreto y reservado. Lo que garantiza su conservación, pues no se puede perder,  y que únicamente  se pueda dar copias del mismo a las personas que tengan interés legítimo en él.

A este eje central de nuestra actividad, se añaden otras no menos importantes como la colaboración con la Administración Pública en materia de recaudación de impuestos, prevención del blanqueo de capitales…; utilizando para ello importantes medios tecnológicos.

Al final conseguí convencer a mi amigo, pero me gustaría también poder convencerte a ti.

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