10 cosas que debes saber antes de ir al notario

Joaquín Vicente Calvo Saavedra 04/07/2016

shutterstock_312145379A veces, podemos sentirnos abrumados por la cantidad de gestiones que debemos realizar y las prisas no permiten que nos preparemos lo suficiente. Este “decálogo” no exhaustivo te puede servir para conocer algunos de tus derechos y obligaciones antes de acudir a un notario.

  1. ¡Identifícate! No te asustes, no estamos pidiéndote huellas dactilares, escáner de ojos o antecedentes penales. Simplemente, antes de otorgar cualquier documento en la notaría, tenemos que identificar correctamente a los otorgantes: mediante carnet de identidad, pasaporte o tarjeta de residente. Es decir, mediante un documento oficial con fotografía y demás requisitos legales. Hay otros métodos, pero de escaso uso.
  2. Ten claro a lo qué vienes. El asesoramiento previo del notario ahorra tiempo, disgustos y sorpresas. Este servicio es gratuito y engloba todo aquello que está directamente relacionado con el documento que va a otorgarse. ¡Aprovecha esta ventaja! (lo cual no quiere decir que a veces sea conveniente y necesaria la asesoría complementaria de otros profesionales (abogados y gestores, por ejemplo)
  3. A la notaría se viene negociado. Antes se decía que “a las bodas se viene comido” (no aplicable a bodas de pueblo de las de siempre, en las que vale la pena no comer una semana antes). La notaría, en el momento final, está para cerrar flecos, para solucionar los últimos requisitos, de forma que el notario pueda comprobar que todo es legal y redactar y autorizar la escritura pública. No es el momento de negociar precios, condiciones o de discutir sobre lo «que te dije o prometí». Se negocia entre partes o con el banco o con intermediarios, pero no en el momento de la intervención notarial. Los nervios, las decisiones precipitadas o no maduradas y los cambios de última hora siempre pasan factura. Si quieres consultar algo con el notario hazlo antes. Pide cita con él y plantéale tus dudas; no esperes al último momento.
  4. Las prisas son malas consejeras. Enlazo con el anterior punto: no se puede ir corriendo y deprisa a solucionar temas que, muchas veces, requieren estudio y horas de trabajo. Cuidado, desconfía del “rápido, rápido, firme aquí, que hay prisa.
  5. Fíate del profesional. Voy al médico y me fío de su diagnóstico. Voy al mecánico y me fío de lo que me dice. Haz lo mismo en la notaría. Los notarios estamos para ayudarte y para resolver problemas, tanto antes como en el momento de la firma. Pregunta, sal de dudas. Internet está muy bien, y el vecino y el amigo pueden saber mucho, pero hablan de oídas muchas veces y sin toda la información. No hay dos problemas iguales, y no hay soluciones únicas.
  6. Educación. Esta creo que no es sólo aplicable a una notaría, sino a cualquier ámbito. Los gritos, aspavientos, los móviles a todo trapo, las faltas de respeto en general (esto es una doble vía, por supuesto) están de más. Apaga el móvil en el momento de la autorización de la escritura: no hay nada más desconcertante que, en medio de una explicación, alguien se ponga a decir por el teléfono que «en cinco minutos estoy ahí» o «dime, dime, puedes hablar que, total, no estoy haciendo nada ahora» (y no exagero).
  7. Las cuentas claras. Todos los documentos notariales tienen un arancel fijo, establecido por real decreto. Exige factura y, si no entiendes algo, pregunta, no tengas apuro. Es común escuchar que “el notario me ha cobrado una fortuna”, pero, ojo: en la mayoría de casos, lo que los clientes entienden como coste del notario incluye otros gastos que poco tienen que ver con nosotros (impuestos, gestoría, comisión del banco…). Esto se debe a la falta de información, por lo que he de insistir: exige factura y, si no entiendes algo… ¡pregunta!
  1. No te fíes de las imposiciones. «El notario del banco» o «el de la inmobiliaria» no existen. Todos hacemos el mismo trabajo y, si eres tú quien paga el servicio, es lógico que también seas quien elija el notario. Aquí tienes un localizador que te ayudará a buscar el más cercano a tu casa o trabajo o a alguno que conozcas.
  2. Sí: al final, casi todo tiene solución. Un adecuado asesoramiento y la predisposición a hablar y a solucionar conflictos siempre evitan problemas. Todo lo que la ley permite, siempre dentro de las posibilidades de nuestro trabajo, tiene una solución. Sin prisas y con el conocimiento necesario, acaban saliendo las cosas.
  3. Valora el producto. La escritura pública no es un papel de nada. Es un documento público con mucho más valor del que a veces se le da. La prueba, la seguridad jurídica, el saber que se ha resuelto un problema, son sólo algunos de los valores de lo que se hace en una notaría. La información, la intercomunicación electrónica con la mayoría de entes públicos y registros, la conservación de los documentos, la expedición de copias y la fiabilidad del producto hacen de nuestro sistema, sin duda, el mejor del mundo. La prueba es que se va imponiendo en casi todos los países de nuestro ámbito y que la valoración a nivel europeo y mundial del trabajo que se realiza en las notaria de sistema latino es excelente.

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